Veíamos el sábado por la noche mi pareja y yo, la película la cena de los
idiotas. Donde unos señores con alto nivel adquisitivo invitaban a cenar cada
uno a una persona. Buscaban ellos mismos o a través de informadores a un
idiota.
Según estos señores, un idiota era alguien que hiciera cosas que ellos
nunca harían (entiendo yo), cosas poco prácticas y provechosas desde su punto
de vista. Por ejemplo, había un hombre bajito, rechoncho y calvo que hacia maquetas
con cerillas, u otro que practicaba el boomerang antes de ir a la oficina. Eran
personas que les encantaban sus aficiones y hablaban sin parar de ellas.
Veía la película y no paraba de sentirme reflejada. Me sentía una invitada
a esa cena, un día y otro día. Pero no solamente a cenar, también a comer y
almorzar. ¿Porqué sentía esto?, ¿Por quien había sido invitada?
Yo soy la idiota de unos señores y señoras que gobiernan. Gobiernan unos
mercados, un estado, una autonomía, gobiernan multinacionales económicas y
sociales, son presidentes de grandes confederaciones, federaciones y
fundaciones. Los anfitriones de esta idiota, querían entretenerse con mis
historias de derechos, dignidad, igualdad y justicia. Querían salir en todas
las fotos conmigo, me incitaban a seguir hablando, a proponerles iniciativas
que ellos con mucha ilusión me prometían llevar a cabo.
Deben de reírse muchísimo en sus casas mis anfitriones, pues estas cenas se
hacen cada día más a menudo, incluso en periodos concretos (este año dos) se
realizan hasta meriendas pues es cuando más necesitan a los idiotas. Los
señores del País Valenciano juegan como nadie a estas cenas. Señores que no
tienen ni la mínima intención de hacer nada de lo que les proponemos a no ser
que les convenga.
Pero lo peor de todo esto es que hay idiotas que les encanta ir, estar
cerca de sus anfitriones, por suerte otros que hemos abierto los ojos, hemos
dicho como el médico en una escena de la película, al contarle un anfitrión
donde se iba, “por favor no me invite nunca a cenar, sospecharía”. O
directamente intentamos reventar el juego, jugando al nuestro: el
empoderamiento.
13 de abril de 2015.
Rosa Conca.
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